Muchos años antes de Jesucristo, se hablaba de resucitar los muertos, pero desde una doctrina aún no desarrollada en su totalidad. Por esa situación, en los tiempos de Jesús habían dos posiciones definidas: La de los saduceos que no creían en que había resurrección y la de los fariseos que sí creían en ella.
La resurrección es volver a vivir en su propio cuerpo. Resurrección no es reencarnar; es volver a vivir en su cuerpo original, pero transformado.
La presencia de Jesucristo revolucionó el concepto de la resurrección, puesto que él resucitó algunas personas, como demostración de su poder sobre la muerte.
En varias ocasiones él fue cuestionado sobre este asunto, dando significado a los cuestionamientos, como dijo que en la resurrección de los muertos no habrá sexo, pues ni se casan ni se darán en casamiento. No habrá matrimonios ni de aquí ni de allá.
Una idea interesante sobre la resurrección, es que Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
Por tal motivo, se habla del Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Si ellos existían, después de haber muerto, entonces, ese era su Dios, de lo contrario no se hablaría de Dios.
Es importante este pensamiento doctrinal, porque los judíos se fundamentaban en esa esperanza, del Dios de sus padres, como resultado de su existencia como pueblo