En República Dominicana no hay un solo líder que le diga al pueblo dominicano que andamos mal y haga conciencia sobre el costo de sangre de la democracia que disfrutamos –con sus defectos y virtudes, pero democracia al fin–, con una Constitución y leyes particulares cuyo deber es cumplirlas como ciudadanos y exigir a las autoridades que se cumplan, para aspirar a estadios de mayor institucionalidad y desarrollo político, económico y social.
Jamás retroceder. Pero la falta de conciencia política y la distorsión sobre los propósitos patrióticos, nos pueden conducir a un camino equivocado.
Hace falta enseñar el pensamiento político de Nelson Mandela, luchador por los derechos humanos, activista contra el apatheid y filántropo; Pepe Mujica, sobre sus luchas, filosofía de vida y el pensamiento de Platón; Juan Pablo Duarte y su hermoso pensamiento (nunca confundió su amor a la patria con aspectos raciales); Gregorio Luperón, el restaurador y decenas de dominicanos que ofrendaron su sangre para garantizar un mejor futuro a las siguientes generaciones.
Nadie tenía conocimiento de la Antigua Orden Dominicana, que lidera el joven Ángelo Alexander Vásquez, quien expresa ser admirador de Adolfo Hitler, pero que Nuria Piera convirtió en víctima.
Es peligrosa la enorme siembra de confusión que se registra en la población, en el sentido de que ser nacionalista es sinónimo de antihaitianismo, pese a que esto último involucra racismo y xenofobia.