POR LUIS M. GUZMAN
La Cámara de Cuentas de la República Dominicana enfrenta una crisis estructural que afecta profundamente su capacidad para garantizar la transparencia y la correcta administración de los recursos públicos. Esta institución, encargada de auditar el manejo de los fondos del Estado, ha sido objeto de críticas constantes debido a problemas internos y externos que han erosionado su credibilidad y eficiencia.
En este contexto, abordar los retos que enfrenta resulta fundamental para recuperar su papel como pilar de la rendición de cuentas.
Uno de los problemas más graves que enfrenta la Cámara de Cuentas son los escándalos recurrentes que han dañado severamente su imagen pública. Desde denuncias de irregularidades en auditorías hasta incrementos salariales considerados injustificados, estas situaciones han debilitado la confianza de la ciudadanía en la institución.
Además, los conflictos internos entre sus miembros han amplificado la percepción de falta de profesionalismo y transparencia, evidenciando la necesidad de fortalecer la ética institucional y los mecanismos de supervisión.
La actual administración ha mostrado un desempeño muy pobre
La baja productividad también se ha convertido en un obstáculo significativo para el cumplimiento de sus funciones. Durante los últimos cuatro años, la Cámara de Cuentas sólo ha concluido diez auditorías e investigaciones especiales, un número que resulta insuficiente para atender las necesidades de fiscalización en un país con una amplia red de instituciones públicas.